martes, 28 de enero de 2014

Raven - Vida


"Raven - Historia de una Malkavian" en realidad es el trasfondo para un rol de "Vampiro: La Mascarada" que hice para mi personaje en el rol de mi foro. Por esa razón igual tampoco es un relato del todo común, ya que hay una división entre la vida y la muerte y todo lo que ha vivido no está descrito a pies puntillas.

Los datos de Raven ya los pondré en otro momento, edad, aspecto, locuras... ya haré su ficha cuando tenga tiempo ^^




=Raven - Historia de una Malkavian=




Nací en una cómoda cama de la gran mansión sureña de mi familia, al oeste del Misisipi, una fría mañana a mediados de octubre de 1860, en el seno de una familia bien posicionada gracias a las tierras y el comercio.
Poco después de mí llegada al mundo varios estados se separaron y comenzó la guerra. Mi padre se marchó, y en medio de todo el caos nació mi hermana Nancy.

Mi madre se encargó de cuidarnos junto con las criadas a nuestro servicio que le ayudaban a mantener la casa y los campos. Todo nos iba bien pese al horror de la guerra, hasta que llegó su fin… el día en que mi padre volvió con nosotras fue el día en que mi madre murió. 

El objetivo seguramente fuese mi padre, pero mi madre pensó que disparaban a su pequeña niña, a Nancy, y se interpuso en su camino. La bala le dio directamente en el pecho y se incrustó en su corazón. Murió en brazos de mi padre sin que él pudiese hacer nada para salvarla.
Desde ese día todo nos fue de mal en peor.

Tuvimos que liberar a los criados, pues ya no se permitía tener esclavos, que nos abandonaron sin pararse a pensar en cómo sobreviviríamos solas sin ellos. Poco a poco mi padre comenzó a fundirse la riqueza familiar con el alcohol y el juego. Le había cogido un odio fuera de lo común a mi hermana Nancy, ya que la consideraba responsable de la muerte de su único amor, y se desfogaba con ella siempre que podía propinándole golpes y palizas varias veces por semana. Yo comencé a odiarle a él por lo que hacía pero… era mi padre y debía quererle. 

Los años pasaban y la situación no mejoraba. Las borracheras eran más frecuentes, los golpes más duros y el dinero más escaso. Durante uno de los largos paseos que Nancy y yo solíamos dar para evadirnos de todo el dolor encontramos a una niña malherida cerca de nuestros terrenos. La pobre chiquilla parecía hambrienta y enferma, tenía un aspecto muy débil y por la sangre que empapaba sus ropajes algo muy grave le debía haber pasado. 

Como era ya de noche decidí llevarla a casa para curar sus heridas y que se recuperase a pesar de no saber si sería un lugar del todo seguro para otra infante más. Aun así, y no sé cómo, convencí a mi padre para que me dejase cuidarla. 

Elisabeth, que así se llamaba la pequeña, era muy reservada en cuanto a su vida pero pronto hicimos buenas migas e incluso Nancy se hizo buena amiga de ella. A Lizzy (que así es como solía llamarla yo) no le gustaba salir por el día, tenía una rara enfermedad y su piel no lo soportaba y se quemaba, por lo que nos pasábamos el día dentro de casa con las cortinas echadas jugando con viejas muñecas de trapo o preparando los alimentos para las comidas cuando no estaba descansando. Claro que Lizzy no es que comiera demasiado, muchas noches la escuchaba escabullirse de su cama y salir de la casa. Nunca le pregunté a donde iba ni que hacía, claro que ahora ya lo sé, necesitaba alimentarse.

Por aquella época comenzaron los abusos, yo ya era toda una mujercita y me hacía cada día más bella, me parecía a mi madre… cosa que mi padre no tardó en advertir. El hombre se colaba en mi cuarto por las noches y me obligaba a yacer con él. No me importaba fingir que eso no ocurría, que solo eran malos sueños, que era un buen hombre que no haría eso a su propia hija… cualquier cosa para mantener la farsa de familia que me quedaba.

El dinero se nos terminaba ya y mi padre en un alarde de lucidez decidió que lo mejor para la familia sería prometerme con un chico rico de la ciudad que pudiese mantenernos o al menos eliminar sus deudas de juego. Así un día sin más, a la hora de la cena, se presentaron en casa Laurie y su padre adoptivo Russel Blanck. 

Russel tenía algo especial que nos fascinaba a todos, a todos menos a Lizzy que por alguna razón que no llegaba a comprender parecía no fiarse de él. Pero yo a quien no podía parar de mirar era a Laurie. Era un chico tan maravilloso, tan comprensivo y atractivo. Laurie comenzó a cortejarme, dábamos largos paseos a solas, pasábamos tardes enteras hablando a la sombra de un árbol a la orilla del lago, acudíamos a bailes espectaculares… todo era genial, por fin la vida me sonreía. 

Pero como siempre que algo parecía mejorar llegaba mi padre y lo fastidiaba todo al tocarlo.

Una noche al regresar de una magnífica velada con Laurie encontré a mi padre en la cocina más bebido de lo que había estado en meses. Intentó llevarme por la fuerza al cuarto y no sé cómo Nancy apareció para defenderme. Yo me libré pero mi padre la tomó con ella… le dio tal paliza que mi pobre hermana no tardó mucho en dejarse llevar por la negra oscuridad de la muerte. Yo enfurecí, la rabia que sentía… la cólera guardada en mi interior durante todos aquellos años surgió y no recuerdo cómo, no entiendo que fue lo que pasó pero me encaré hacia él… lo único que consigo recordar de esa noche es a mi padre tirado en el suelo de la cocina con un cuchillo clavado en el pecho y mi precioso vestido manchado con su sangre.

Lizzy me ayudó a encubrir lo ocurrido, no tenía dinero para un entierro así que no pude hacer nada por mi hermana más que enterrarla yo misma. A mi padre lo dejé en el bosque a merced de los lobos, no merecía el esfuerzo de un entierro por poco digno que fuese. Era curioso ver cómo Lizzy cargaba con su cuerpo sin ningún problema aun cuando era más pequeña que mi hermana, esa sería otra cosa que entendería de ella en muy poco tiempo…

Después de eso Laurie vino a verme pero yo no quería ver a nadie, estaba demasiado triste, demasiado enfadada conmigo misma… y demasiado cansada de todo. Sin saber cómo, aunque seguramente fuese culpa de mi padre, caí enferma. Me había comenzado a sentir mal y cómo seguíamos sin dinero no quise llamar a ningún médico. Los meses pasaron y yo seguía sin querer visitas de nadie aunque eso hiciese que se me partiese el corazón. 

Una noche se presentaron Laurie y su padre en casa. No dejaron de insistir hasta que les abrí, lo que ocurrió después todavía lo tengo algo borroso. Laurie quería que me marchara con él, con ellos, pero el señor Blank no quería tener cerca a Lizzy (ni Lizzy quería ir con él) y yo no me podía permitir perder a otra hermana, sentía que debía estar con ella, que debía protegerla y cuando Russel insistió y vi como la cogía del brazo con furia, tal y como había visto tantas veces hacer a mi padre con Nancy, no lo pude soportar. Tiré de Lizzy y nos encerramos en un cuarto hasta que Laurie y Russel se marcharon. Después de eso sabía que no les volvería a ver… seguramente no tardaría mucho en morirme y no me equivocaba…



La noche de mi decimonoveno cumpleaños, en 1879, ya no aguanté más… estaba a punto de reunirme con mi hermana pero luchaba para no dejar a Lizzy sola, no quería abandonarla. Por supuesto Lizzy me había contado lo que era, un vampiro… una malkavian, y quería salvarme de las garras de la muerte otorgándome el don de la inmortalidad como ella poseía. 

Pero yo estaba indecisa. 

Finalmente sucumbí ante Lizzy, quería estar con ella y protegerla como no había podido hacer con Nancy así que… dejé que me convirtiera.

~Continuará...~